Por propia voluntad declaro agotado de sostener una mentira, pongo a vuestro conocimiento algo que pocos creerán, aunque muchos: infinitamente muchos, ignorarán: Diciendo por infinito a ese exacto número que solo Dios percibe.
Además, ni mientes que el número de consumidores literarios vaya a incidir en el rumbo de los acontecimientos: Hoy por hoy muy pocos leen y los que lo hacen, ni suman a la hora del recuento de votos. Y esa especie de analfabetismo funcional de gente que no intelectualiza lo leído, simple y llanamente por ” falta de ejercicio” es una de las precisas razones del extravío que lleva al mundo a la deriva: Nos dirigen los versados, más preciso sería llamarlos impostores, que en nada recuerdan a los sabios de antaño, cuyas efigies erosionaba el cultivo de las virtudes.
Así tranquila mi conciencia, diga lo diga... nunca cundirá el pánico por la noticia, como ocurrió con la muerte del rey del Pop o con las borracheras y extravíos de Britney pero sin más circunloquios y sirva de muestra lo antedicho para corroborar lo que se dirá a posteriori que es la verdad, declaro: ¡No Existo!, Perdón, literariamente hablando, de lo contrario sería imposible que estuviera comunicando todo lo que voy a contar: Efectivamente soy un invento que pergeñaron dos escritores para que ocupara un sitial privilegiado en la literatura aunque sólo por recomendaciones: El viejo Octavio, original culpable de esta ficción, quien componiendo sincera y largamente ensayada mirada soñadora, acostumbra a referirse a mí recordándome como un niño con su teatro de títeres a cuestas, muchos elaborados con papel maché, para los que improvisaba mis propias historias: sensiblerías de maestro rural, o le habrá gustado la función de ese día, pero sospecho que por entonces se le ocurrió eso de que yo sería escritor: invitado por él hice mi primer taller literario en la adolescencia y cuando ameritó que ya era tiempo, por su encomienda pasé a manos de otra de mis creadoras, cómplice necesaria aunque sospecho que ella sentirá alivio en su conciencia pensando en la figura del “arrepentido”. Ella es quizá la mayor responsable de la pública estafa que en apariencia no tiene sanción legal: ella, Doña Alba, viciosa ficcionista, que, simétricamente con el viejo Octavio, repite un poco en sorna, que mi cuento ”Nieblas “ es uno de los más densos de la literatura universal, algo difícil de explicar por su sustancia tan leve como lo es el vapor, pero es que con estas menudencias ríen a expensas del crédulo público pero al margen de esta perorata o elucubraciones para distraer como el tero gritando por un lado, mientras los huevos están en otro, es verdad que soy simplemente una elucubración literaria de ambos y los denuncio harto ya de sostener esta mentira y por acaso comenzarán a entenderme si ven mi incapacidad de urdir la más simple historia: ¿ quién osaría usurpar un sitial en semejante escenario durante tantos años? la candorosa inocencia de la gente se lleva sin esfuerzo buena parte de estas razones y es a ojos visto, por los resultados electorales y los gobernantes que eligen, obvio que no disciernen gran cosa. Pero respecto a estos dos cínicos que hicieron de mi un golem literario, ellos sonríen con misteriosa sonrisa de Gioconda, propia de los que algo ocultan y divertidos por burlar otra vez más al incauto lector con un ingenio que a la postre debería ser develado, o permanecer en cripta hasta el fin de los tiempos-
Otra versión posible sería que la única culpable es Alba, ya que hasta el mismo Octavio nació de su galera: se sabe que otras escritoras usaron galeras, en este momento alcanzo a rememorar los nombres de George Sand y de Daniell Stend o Stenrz, o como haya sido, aunque aquellas galeras fueran para esconder el sexo ya que por entonces se sentían discriminadas, en cambio la de Alba es una galera de mago o de ocultista, ciencia en la que es versada y si quieren pruebas escritas lean el listado de sus publicaciones y comenzaran a dilucidar por los nombres a que me refiero, verbi gratia “ De lo Demoníaco” nombre que vuelve innecesario cualquier comentario o “ Los Problemas del Mal”, título ostensiblemente demoníaco o “Los Mitos del Agua”, ostensiblemente paganos, hasta otros plagados de infantil inocencia cual Alicia en el país de las Maravillas escondiendo una demoníaca identidad, verbi gratia “Los Otros Ojos” o “Por el Tobogán del Arco Iris”, Etcétera. Tras haber referido pruebas testimoniales orales y escritas que hasta están colgadas en Internet y sería superfluo pedir una sesión pública de la misma para acceder a cualesquiera de sus muchas páginas que recorren el mundo atrapando en sus redes incautos distraídos paso a contar la gestación del cuento por ellos cometido como la pérfida Alba refiere al comentar algunas obras. A esta obra cumbre sin dubitaciones titularía Golem literati iniciati.
Como ella misma repite sin cansancio, todo buen cuento debe contar con una Introducción, un nudo y un desenlace o fin. Notarán en la siguiente narración la aparición de los tres elementos por ella sostenidos como imprescindibles en todo buen cuento.
La Introducción
Ubicación espacio temporal.
“ En el principio de los tiempos de Don Octavio como escritor, época en la era un simple ciudadano aunque no tan común, ya que aspiraba a ser escriba público, época en la que el difunto esposo de Doña Alba era director de un abstracto Ente Cultural de la provincia
(Aunque hay visos de realidad es preciso aclarar que ese tiempo espacio es utópico. Además la expresión ente nos circunscribe también al vacío existencial.)
El Nudo
Kafkiano
y estaba a punto de declarar desierto un concurso bienal de literatura por falta de acuerdo entre los miembros del jurado, a lo que a su juego la llamaron pidiéndole que laudara o al menos leyera las obras de los participantes para ayudar a dilucidar si alguno ameritaba el premio. Tras la lectura Alba dice descubrir uno y así saltó a la bien merecida fama que más tarde se ocupó de cimentar el propio Octavio. Tiempo después el viejo le llevó mis trabajos, los que rechazó de entrada, es cierto también que tiene sus veleidades. El viejo insiste. La natural coquetería de Doña Alba la doblega una vez más y con la misma pasión de quien va a tomarse una purga termina aceptándome como aprendiz de escritor, ¿ aprendiz de brujo? . En esto hago mención a dichos por ella cuando me tomó confianza, en especies de revelaciones o confesiones respecto a como me recibió.
El Fin
Sorprendente e inesperado
Seguramente consciente ya de mi ineptitud, imaginó la estafa y vaya uno a saber en qué conciliábulo acordaron con el viejo la artimaña para aumentar la infinita confusión, ya de por sí imperante en nuestro cosmos, con tamaño fraude. No es novedad este divertimento de los intelectuales: Borges y Bioy Casares compusieron un tal Bustos Domec que por ratos supera a ambos, por lo menos en lo que a buen humor e ironía se refiere y por lo que averiguar pude, muchos otros jugaron estos acertijos aunque este, que me concierne es inadmisible y los desenmascaro ya y de una buena vez y para siempre: Alba y Octavio culpables, claro que detrás de “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia “ se esconde la impunidad de uno de los más perversos delitos que aquilata la soberbia humana en la intención de emular a Dios: “ Crear un ser, una entidad etérica pero entidad al fin, una creatura, o una criatura”
Lo anteriormente dicho es el cuento y su gesta, pero lo que sigue es la realidad: ese par de perversos confiaron inocentemente en que yo, vencido por la vanidad nunca hablaría, además teníamos de agravante el “cómplice necesario” aunque tanto se ampararon en la cláusula “cualquier parecido es pura coincidencia”, tanto va el búcaro a la fuente que… finalmente la olvidaron, por lo que nunca imaginaron que treinta y tres años después me les volviera en contra diciendole al mundo " yo soy el Golem literati".
Jorge Namur, Aconquija Catamarca, verano de 2010
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