domingo, 13 de diciembre de 2015

HERMANO FRANCISCO, HERMANA ARGENTINA

                                                                                                           “Dios perdona, siempre.
                                                                                                             El hombre, a veces.
                                                                                                              La naturaleza, nunca.”                                                                                                                                      
                                                                                                            “máxima del  conocimiento   metafísico“
                                                                                                                    “Un tercio de la humanidad es buena,     un tercio malvada y el tercio restante, está con quien la seduce. “ Sabio maestro iluminado Lao Tsé

                                      Fue durante el tórrido otoño de dos mil trece cuando ese grácil animal salvaje llegaba intempestivamente a nuestras vidas, y aún contra el escepticismo generalizado, asumo que fue un  milagro: Erase la siesta en medio del feriado de semana santa que acopló con otro: conmemorativo de la fallida gesta “Recuperación de Las Malvinas Argentinas” (estratégico punto que piratas o mal vivientes marinos ocuparan para asediar desde allí a coloniales barcos obligados a retornar a España por el estrecho de Magallanes, transportando plata del Potosí u oro del Perú, según dichos de Galeano) que nos sumió en seis días de inactividad.  Gesta  que por entonces apenas sostuvo cuarenta y cinco días la caída del alcohólico dictador que la ordenara.
Aquí y hora, el populismo intentaría sostenerse de ellas: detrás de esta puesta, se presienten estrategias, argucias, oportunismo,  ilusionismo colectivo,  distrayendo como los teros con escándalo por un lado, mientras los pichones se agazapan en otro, captando nuestra adhesión con temas sensibles y populares, aunque los verdaderos problemas que nos acechan se diluyan en la ignorancia: Para ejemplo: ¿existe algún dirigente preocupado en cómo enfrentar las consecuencias del crecimiento vegetativo de la humanidad al punto de amenazar su  propia supervivencia?  Ocupados en tapar baches o plantar retardadores de velocidad, aumentándonos impuestos para obtener mayores fondos, carecen de tiempo, mientras marcharíamos a un agujero negro cósmico como raza o especie.
Respecto a las islas, diplomacia mediante, es seguro que un día las recuperaremos, mientras tanto,” la función ha de continuar”: por frontis  el Relato, de fondo la realidad cuasi virtual, continúan su andar dicotómicamente, como venaciones que se ramifican y alejan hasta convertirse en dos dimensiones distintas: la una, capricho erigido en gesta: Ajena, enunciativa, díscola y arengada por  cadena nacional de radio y televisión: La otra sazonada con  inseguridad,  agresión y escrache, anomia y miedo sobre ese espacio mínimo de poder que administramos aquí y ahora.
Algo  nos asemeja a la ciudad de utilería del relato de García Márquez, con la que el Senador Onésimo Sánchez ilusionaba a los indios desarrapados entre los estertores fulmíneos del Caribe, sin que la sorpresa les diera tiempo a descubrir que la ciudad de cartón estaba más despostillada y cuarteada, más decadente y derruida (de tanto armarla y desarmarla para los repetidos espectáculos públicos a lo largo del desierto) que el caserío donde los indios morían de desolación.
 Pasó domingo de Pascua, océano tempestuoso, mar bravío de incertidumbres y  a pesar de ello, aún tendríamos que festejar lo bien que estábamos, aunque los errores de las caprichosas políticas aplicadas por los representantes autoproclamados herederos de los exhumados restos de Bolívar, comenzaban  a pasarnos factura: Escindidos, en su camino evolutivo, el universo nos abandonaba: tras firmar acuerdos con Irán,  nos  metamorfosearnos en orientalistas, no sin antes estropear los vínculos económicos con occidente, manteniéndonos en default, aunque a necesidad de nuevos créditos, nos exigen arreglar el pretérito para pasar al futuro: Aunque el orden establecido dicta que del pretérito se pase al presente camino al futuro.
El feriado invitaba a una semana de turismo por el interior de nosotros mismos. Ese año llegamos a ostentar record de días no laborables: una de las profusas libertades con la que la casta gobernante incentivan a los votantes. Nos compran con dádivas, con Edénicos privilegios, mientras ellos, entre decretos de necesidad y urgencia o entre gallos y medianoches agradecen la confianza en ellos depositada apoderándose  de lo público y de lo privado, negociando por bajo la mesa, so pretexto de una supuesta guerra entre desestabilizadores y gobernantes,  entre poderes, entre dos bandos, entre buenos y malos, los medios o yo: Espejito, espejito mágico ¿Quién? ¿Quién es más que yo…?
 Populus corrompido  cuya ánima duerme si es que puede, cree que el mundo sería mañana un lugar un poco mejor que hoy. Aunque estos otros, ni cejan ni descansan sumando poder:
 Comenzaba a experimentar como un escozor aquel eufemismo llamado demagogia.
Nacionalizando lo antes vendido. Declarando solemnemente: América es de los americanos,  latinizando la doctrina Monroe: “La Argentina es  de los argentinos”. O naturalizándola: Venezuela es de los Chávez .O eternizándola: Cuba es de los Castro. Cósmicamente, planeta Tierra, es de los terráqueos. ¿Sería de Dios?  
Solo menciono  sin dar renombre a ejecitos de codiciosos que administran los suburbios de la creación, aquellos que frecuentan sus extrarradios, adonde muy pocos se animan incursionar. Seres de la línea del medio entre bien y  mal: filósofos rentados, inmorales mercenarios, papagayos subvencionados. Judas que proliferaron con alarmante rapidez, apuntalando  por unos denarios el relato: sobrarían ejemplos. Más eludiendo morosidad, es visible  la razón por la que nuestro país arde en el mapa mundial de la corrupción. Hasta ahora, el más conspicuo logro populista sería enriquecimiento obsceno de su dirigencia. Mientras, populo extraviado, perezoso y adormecido vota  indisciplina, anomia, evasión y  adulteración, ningunea a la justicia, marchando como se dice que marchan los ciegos al infierno, tomados de las manos los unos de los otros a un neo anarquismo decadentista.  Bajo eufemismo inclusivo, apropian lo ajeno sin cargos ni culpas. Indiferentes a premios o castigos, insensibles a crímenes o pecados, como si el mundo físico fuera el único posible: una anulación por decreto de toda otra dimensión. Declaman airosamente,  casi parafraseando a Heidegger y Nietzsche, en su paso hacia la sinrazón: ¡Dios ha muerto!
Mientras nos, habitantes de la nación, arrojamos residuos por doquier, contaminamos aire, tierra y agua, ignorantes del daño ambiental causado por nuestra (inocente ignorancia colectiva) reflejados en  actos de anomia, los que también comienzan a mostrar sus consecuencias: Estos últimos años, tormentas de incendiarios veranos derriban decenas de árboles, algo inusual en el pasado reciente y los ríos crecen y desbordan. Algo inexistente antes de la deforestación. La irrupción de prolongadas sequías vuelve aún más aleatoria la producción agrícola, mientras en invierno, las heladas llegan a ser tan intensas que cercenan zafras y cosechas
Aunque los hay que niegan el calentamiento global post industrial y popular, último factor  muchas veces superior al industrial dado el descontrolado ritmo de crecimiento: crecen los basurales en el horizonte,  mientras la gente mira para otro lado y respira y absorbe herbicidas, funguicidas, insecticidas, rancios aromas.
Fin y al cabo ya se sabe de quién es Argentina y  de quién la Tierra, siguiendo el entramado, cada cual es dueño de estropear el medio ambiente. O se apropia donde haya un espacio sin  decir siquiera “permiso”, sumiéndonos en un océano de plenos derechos y  nulas obligaciones, como si el viaje a través del éter de nuestro planeta, fuera una excursión turística en primera, de un ejército de desahuciados hacia la nada, un Titanic recién colisionado: no hay más vida que esta, no hay más allá, no existen más dimensiones que la palpable y la norma exige ser incumplida, o hecha la ley, hecha la trampa. Cuanto más agigantamos el ego, más alejados estaríamos de la divinidad en nosotros mismos y el temor se disimula con soberbia y se expresa con violencia.
Borges dixit, “el camino es fatal como la flecha pero en las grietas está Dios que acecha”: Tantos malos  presagios de pálidas noticias que generan nuestra casta política, pasaron a segundo orden cuando fuimos testigos en marzo de  un mayúsculo  milagro: Francisco heredaba el trono de Pedro. Un papa populista en el ápice del mundo. Este luminoso hecho probó  que pueden existir conspicuos argentinos obrando bien: Desde que hermano Francisco llegó, cierta esperanza se vislumbra a futuro.
Tempranamente manifestó la “Parábola del Infinito Perdón” otro milagro tras su asunción.
Dicen que esa parábola alude a la indiferencia sobrehumana expuesta por Francisco ante los pretéritos desplantes en contra de su persona en su reciente pasado como arzobispo de Buenos Aires: Catorce veces el matrimonio presidencial le negó audiencia. Otras tantas veces huyeron ante la inminencia de sus solemnes tedeums, a los que sus predecesores desde la colonia hicieron tradición asistir, cosechando al paso por ventaja no tener que escuchar la palabra “corrupción” en fecha patria. Sentaron al arzobispo a declarar en juicios de lesa humanidad, inculpándolo de colaboracionista de la dictadura,  metiendo a la iglesia en una cacería de brujas inquisitorial y medioeval. Enfermo el marido, la mujer le rechazó  asistencia espiritual, echando del sanatorio al enviado  cardenalicio, quien solo buscaba  ungirle los óleos de plena absolución por sus pretéritos errores, si lo hubieran dejado. Sabido es que no los necesitó entonces, pero si los hubiera necesitado en otro no  distante que inexorable le aguardaba.
Mientras que apenas digerido el chubasco del designio, en extremaunción de oportunismo,  ahora era ella quien solicitaba audiencia a su antes ninguneado arzobispo, y éste, sin rencor  por la oscuridad de las mentes de él y de ella en el pasado, se la concedía.
Clara lección de que en  competencias espirituales es bueno ascender y malo descender
Francisco llegaba ahora a trasuntar virtudes  a todos y a todas, a rememorar que el amor se sobrepone para vencer al odio, a iluminar la oscuridad: Sin codicia ni avaricia, sin vanidad ni orgullo. Sencillo en humildad: era el triunfo de la luz. La luz de  Dios que nunca falla.
 Ni bien entronizado  Francisco,  moderno Moisés con su báculo las aguas dividió al decir: “Pecadores si, corruptos no”,  llegó a apostrofarlos de “Anticristos”: ¡Tanto esperar la realización de la palabra bíblica y viene este Papa a decirnos que no sería uno, sino infinitos, repartidos entre infinitos corruptos! Y si poco fuera, entre nosotros están y ¡qué laboriosos son!
 Simplemente: errar, humano es: el pecador puede arrepentirse, más el corrupto nunca cambiará su rumbo aunque el cielo se llene de señales: Su ruta es la propia conveniencia a expensas de la ajena: El egoísmo como triunfo de supervivencia, la omnívora soledad de su propio ombligo. Un peldaño menos en la evolución espiritual.
Y por simple ejercicio de retórica  ¿qué hace la dirigencia política respecto al Apocalipsis? Pura retórica: Es bien cierto que  apresurarlo, preocupados en tapar con oro a sus hijos huérfanos de padres ocupados, saben el triste infortunio que nos aguarda si la dirigencia sigue creando problemas donde no los hay e ignorando aquellos que se nos abalanzan, como ejemplo, los próximos cincuenta años.
Muy  para satisfacción mía, veía luz tras largo oscurantismo en los que fuimos rehenes entre fuegos cruzados: Sí que fue un manto de niebla, cuya mayor densidad se materializó bajo el  luto de la viuda apostrofando por cadena nacional de radio y televisión a quien le contradijera, indefenso ante la magnitud de la amonestación, emulando a Salomé con la cabeza de San Juan el bautista en bandeja, exhibiendo fotos de sus escrachados.
Francisco sería por ahora un cardinal, plena luz, blanca pureza, blanco Gabriel: rebautizándose como el santo de Asís: hermano en gratitud del sol, la luna, los elementos y la naturaleza. Algo tan olvidado por la civilización atareada como sarna en corroer el planeta,  acostumbrados a la expoliación y extracción de los recursos naturales y al libre estropeo de los mismos. ¡Si hasta para festejar lo estropeamos!
Francisco, proféticamente se autoproclamó el Papa del fin del mundo. Es lo que  la humanidad estaría atestiguando sin que se haya encontrado una solución a esa pandemia auto aniquiladora llamada humanidad versus egoísmo. ¿Quién detendría la marcha inexorable del crecimiento vegetativo descontrolado en el planeta?
 Sabido es que el otro Francisco, apaciguó al lobo.
Este otro, debiera apaciguar a la bestia que inunda a la ideología nacional y  mundial.
Un mundo divido entre ateos y creyentes: entre la banalización marxista del Dios ha muerto y el “Yo soy en Dios y con Dios” del creyente. 
 Tras sembrar vientos para cosechar tempestades, o como Jesús dixit: cosecharás tu siembra, con la sociedad dividida entre mentores del vamos por todo, bajo apoyo oficial y los del trabajo y el recto camino perseguidos y expoliados bajo el relato de distribución equitativa, con toda la maquinaria del estado al servicio de los perseguidores.
Sería posible preconizar que al igual que la implosión de la unión soviética, ocurriría lo mismo a los hijos de la codicia y avaricia argentina, terminarían siendo los zares de todas las riquezas apropiadas por unos cuantos sinvergüenzas ladronzuelos.
Pero antes de que todo estos sombríos presagios se concretaran, antes de que la maldad se cristalizase en nuestras auras, el espejo que antes decía:- ¡Tú mi reina!- Sufrió estruendosa fractura: perdió gran parte de su caudal electoral en  los últimos comicios.
Aquel ahora memorable día de la llegada del animal, me había recostado para descansar la columna e intentaba conciliar el sueño, aunque Vanda, la Fox Terrier, quinto integrante de nuestra familia,  ladraba insistentemente.
 Tomás la invitaba a regresar al interior de la casa para evitar sus irrupciones en el descanso impuesto por la canícula, ladrando al perseguir las aves que picotean la mayor parte de la frutas del parque, pero desobedecía.
Yo Intentaba conciliar el sueño a expensas del barullo y de la duda: ¿cómo continuaría tras el feriado, esa guerra instaurada por la viuda negra tras la oportuna desaparición del hombre gris, en disputa contra los medios que no se ajustan al relato? la tregua de seis días sin operaciones de bolsa, sin cotización del dólar, reflejando el inexorable hundimiento de nuestra economía, sin acontecimientos políticos, salvo el último día del feriado, cuando un intendente  dijo por twiter estar en el agua, sin aclarar que eran aguas de las paradisíacas playas de Brasil y no las de las inundaciones en La Plata, donde le hubiera correspondido estar, como otro signo divino vino a  desnudar la fiesta de sus dirigentes, la falta de inversión en infraestructura mínima y por sobre todo, el tufillo a corrupción, vociferado ya por manifestantes en calles y plazas pidiendo que se moderaran en sus ímpetus y terminaran ya de atropellar las instituciones, con la creencia de que se puede refundar en el lapso de una vida lo que llevó generaciones levantar.
Ajena a  reclamos y aún a la bizarra bancarrota política, Vanda ladraba: Amodorrado yo, percibía distantes los acontecimientos.
  ¿Por qué tan pocos leen? Ignoran acaso que conociendo la realidad, es más difícil que un oportunista los lleve de las narices como viene pasando. Además es cierto que la casta gobernante no facilita el encuentro con la información tras haberse adueñado de los medios usándolos para crear una ilusión de país de las maravillas. Simétricamente al ilusorio poblado del Senador Onésimo Sánchez, la utilería comenzaba a cuartearse y a desmoronarse ante el público desapercibidamente.
 Se nos acusa de un pacto mafioso con la casta gobernante: El “Roban pero hacen, desplazado por El roban y ni hacen” ha movilizado la conciencia del ciudadano, quien comienza a preguntarse ¿qué será a futuro?
Desde una de las ventanas, Tomás amonestaba a la perra pero al mirar hacia la otra ventana para dilucidar que la enfurecía, descubre la presencia del animal y sorprendido me llama a ver ¿qué  sería eso que estaba en el jardín delantero?
Despojándome de toda pereza, salté del entresueño a la vida ordinaria y corrí, y  si los  siete arcángeles hubieran caído en mi jardín, en grande revuelo de alas restregadas por tierra entre sus multicolores rayos,  sorpresa que me produciría. Pero ningún revuelo de alas ni arcángeles tal cual se dice se manifiestan, sino que el milagro tenía la forma de  una jadeante corzuela, con su lengua cayéndose de desasosiego y agitación, buscando madriguera entre las cañas que separan nuestro terreno del vecino.
¿Sería posible? Cierto es que vivimos próximos a los restos de selvas que recubren el cerro San Javier, selvas que al inicio de la colonia, como prolongación de la gran Amazonía, cubrían la mayor parte de la geografía nacional.
Muchos saben, que hasta ahora hicimos desaparecer hasta al último tapir, hasta el último jaguar, hasta el último puercoespín,  hasta el último tucán y detengo el inventario, por no ostentar sobre los saldos de nuestra ruinosa administración de “la opulencia de Dios hecha visible para mi uso aquí y ahora”: de la flora arrasaron tempranamente con el lapacho y el algarrobo, para pasar más tarde al resto de las maderables, volviendo casi imposible encontrar jacarandás o cedros en los restos de selvas nativas. Recién por estas épocas se intentan preservar los últimos reductos selváticos.
Quizá nunca habría visto humanos y saltaba en vano intento de fuga contra el alambrado.
 Su rojizo pelaje me tentaba a pensar en la encarnación de Uriel, entre los bananeros. ¿Cómo sería posible su ingreso dentro del predio totalmente vallado, a menos que existiera una rotura en la cerca perimetral?
Mientras hacíamos de valla humana para que no volviera sobre sus pasos, comenzamos a analizar la estrategia a usar para retenerla y protegerla en casa: Dejarla seguir su camino, era entregarla a una muerte segura: diariamente vemos a los lugareños, por las inmediaciones,  rifle en mano,  buscando pequeñas presas entre las aves que embellecen los árboles, algunas con su colorido, otras con sus cantos. Quien encontrara una corzuela seguramente la cazaría para comerla.
Los autos representan otro riesgo: El diario circular por los caminos vecinales nos exhibe lo poco que importa al ciudadano común la vida de un perro, ya que por todo camino que se precie de tal en nuestra provincia, habrá a su vera perros,  gatos, comadrejas y hasta zorros destrozados por el paso perentorio de los vehículos: cuando con tan sólo unos bocinazos se ahorrarían muchas de estas vidas.
Por lo que, con la corzuela todavía jadeante y desfalleciente enfrente, decidimos avisar por mail a la división de flora y fauna.
Tras tanto elucubrar llamamos a Ezequiel, mi otro hijo, que volviera desde la caminata virtual a la realidad física; a esa hora corría carreras con la computadora, para que nos ayudara a conducirla hasta la puerta (la que abrimos para que entrara) que separa la parte delantera de la trasera de nuestro jardín.
Logramos entramparla  al primer intento.
Pronto se tranquilizó y ese mismo día ya se ocultaba entre los cañaverales. También delimitó un sitio donde hacer sus necesidades. Sin atardecer aún el primer día de su estadía en casa, subió a la galería a mirar por la puertaventana a Tomás, visiblemente quería interactuar, pero él se hallaba enfrascado en ecuaciones y gráficos y apurado por la proximidad de los exámenes antes que sociabilizar con ella.
Es cierto que mordisqueó algunas plantas de las que cultivo en la galería y en el fondo. Al notar su preferencia por las hojas del duraznero, corté y le entregué para que se comiera ramas completas, ya próxima la estación de poda, sin que por eso fuera a dañar la futura fructificación, y doy fe que la siguiente primavera obtuve la mejor y más sana fructificación del mismo.
Afortunadamente las hojas de los Cymbidiums que cultivo a la sombra de una extensa morera, no le resultaron apetecibles, aunque uno de los ciruelos que comenzaba a tomar  porte,  fue parte de sus placeres, dejándola a la copa asimétrica hasta hoy, como un recuerdo de su paso por nuestro hogar.
Ni transcurridas cuarenta y ocho horas desde de su arribo y ya se nos acercaba para olisquearnos y hacernos sutiles hociqueo cuando salíamos al jardín a observarla. Pasaron los días y  la dirección de fauna no se anoticiada de nuestro reclamo. Nosotros comenzábamos a tomarle cariño y llegamos a desear convivir con ella, aunque quedaba por discernir sobre la reglamentación del condominio. Esta hablaba de hasta un perro o sobre animales de granja, pero una corzuela era un hueco en la misma y la mansedumbre del ciervo nos conquistaba el espíritu y tentaba la idea de quedárnosla aunque por otro lado hubiera sido cruel cercenarle la posibilidad de formar su propia familia.
Una noche de luna me levanté alrededor de las tres de la madrugada y decidí salir al jardín para observar qué hacía y la encontré arrellanada en el césped rumiando sosegadamente bajo la luz platinada, ajena a las distantes luces de la capital provincial que laten rojizas en    el bajo  llano: su grácil cuello se erguía elegante ante la infinidad de astros que salpican la negra bóveda.
Ni se inmutó al verme, comprobé entonces que tenía hábitos nocturnos.
Yo suelo trabajar en la multiplicación y trasplante de mis orquídeas y pronto se me acercaba por detrás a olisquearme.
Al tercer día, Tomás, en quien ella más confiaba, le acercó su mano y ella le ofreció su frente para que se la acariciara. A partir de entonces todos pudimos acariciarla cada vez que lo deseamos: Era hembra, tendría unos cinco meses de edad.  Salvaje el primer día, pasó pronto a ser confiada y serena.
Su relación con Vanda merecería un apartado: al principio temimos por la seguridad del ciervo, evitábamos  dejarlas a solas, aunque hermana corzuela rápidamente le inculcó respeto. Ante la primera acometida de Vanda  ladrando en feroz ataque, la corzuela se le irguió enfrentándola y haciendo como un breve golpeteo con las patas delanteras, lo que bastó para detenerla. A poco de andar hicieron amistad y la perra la perseguía dando amplios saltos, como si de a poco se fuera metamorfoseando en ciervo. Yo digo humorísticamente y excusen el neologismo, que se había corzuelisado: parecía no concebir su vida anterior a la llegada del gamo.
Por entonces, se me ocurrió recorrer el vallado perimetral del country y comprobé que la tela tenía al menos cinco puntos de roturas abandonados, por el que nos sólo corzuelas hubieran podido ingresar, sino también maleantes, desnudando  el poco interés del administrador por el mantenimiento de las instalaciones. No obstante vanagloriase de eficiente, sino también de tener superávit, lo cual pronto también desnudó su falsía al tomar conciencia de muchos otros puntos abandonados por su gestión.
  Pasaban los días y aunque nuestra propiedad está visualmente aislada por cañaverales y árboles nos preocupaba la idea de que fuera a ser vista por vecinos que creyeran que el animal salvaje era uno de los tantos caprichos humanos. Comprobé lo poco efectiva que había sido la comunicación vía internet con los responsables de la protección de la fauna y flora, quienes  no habían contestado aún, decidí visitar la reserva de la universidad nacional de Tucumán en Horco Molle, donde hay gamos, ñandúes y tapires en grandes espacios. Allí dialogué con un guarda parque al que advertí que si para ellos representaba un mínimo problema, nosotros no tendríamos inconveniente en resguardarla en nuestro jardín de por vida. Me aseguró que nos visitaría el siguiente día para definir su destino.
Llegó tal cual convinimos y tras interiorizarse de como habíamos procedido para resguardarla, me pidió autorización para volver al siguiente día con su equipo de trabajo para dormirla ya que el traslado podría resultarle tan estresante que existía el riesgo de que muriera. También pidió autorización para documentar todo el procedimiento.
Al  día siguiente llegaron nueve personas a casa entre guarda parques, veterinarios, biólogos y camarógrafos.
Gracias al vínculo alfa que tenía sobre ella, Tomás fue el encargado de acercarla para que le inyectaran el somnífero.
Habíamos encerrado a la perrita en el interior de la casa, no fuera que inoportunamente estropeara la operación traslado, lo que prontamente mostró ser un craso error: al ignorar su partida,  la buscó por más de una semana entre los cañaverales y árboles del parque, le costó resignarse a la pérdida.
Tras dormirla, la pesaron, le extrajeron sangre para estudios, determinaron la población de parásitos que tenía, entre otros garrapatas y le taponaron orejas, vendaron ojos, inmovilizaron patas y ataron la lengua para evitar se ahogara con ella. Luego la introdujimos en un cajón y trasladamos a la reserva de catorce mil hectáreas de selva de la universidad donde previamente hubo que despertarla para liberarla.
Despierta y transpuesto un portal que separa a la reserva del mundo cotidiano, salió tranquilamente del cajón de madera. Tuve el privilegio junto a mi hijo Tomás, de levantar la puerta que la separaba de su libertad y futuro.
Ella comenzó a olisquear las frondes de los helechos como reconociendo sus aromas salvajes, lenta pero inexorable se fue introduciendo entre las hierbas gigantes de lata y pobre, pisando el musgo antediluviano, volviendo al tiempo virginal del cual por accidente había salido,  resuelta, sin dudas pero sin apuro avanzó entre la vegetación y sin lamentar el hecho de que nos iba abandonando para siempre.
La vimos sumergirse sin prisa entre la barroca profusión de vegetales: Cedros titánicos, San Antonio  y Laureles cuyas copas sostienen infinidad de epífitas: bromelias, orquídeas y cactáceas que penden como lianas entre infinidades de lianas. Lentamente mientras avanzaba, se fue volviendo una  con la flora hasta desparecer en la espesura: Como si una niebla de helechos se la hubiese engullido.
Sin prisa, antes de desaparecer, la hermana menor echó una mirada hacia atrás, desde donde yo la espiaba pletórico,  ocultando mis lágrimas: ¿de emoción? ¿Gratitud? por ese instante milagroso y divino que la vida nos deparó. Muchas veces viví situaciones milagrosas. Hay quienes creen que los milagros no existen: serían  manifestaciones naturales de fenómenos que ignoramos: por el contrario yo los percibos diariamente, este nos hizo mejores personas a mi familia y a mí. Unos pasos atrás, el camarógrafo registraba ese momento memorable que no quise rever: lo habíamos vivido, lo habíamos construido tomando la decisión correcta, no necesitaba reforzar mi ego. Es más, lucho diariamente contra él a sabiendas que es allí  donde arde la hoguera de las vanidades: Había obrado rectamente respetando la vida y devolviendo a Dios lo que es Dios: un minúsculo milagro de esperanza para aligerarnos el humor que nos había ganado durante el oscuro reinado de las sombras.   Era un augur de que a partir de entonces comenzaba a llegar la luz. Que la oscuridad demagógica y populista sería superada por la convicción de que estamos para ascender en la evolución del universo y no para estancarnos, mucho menos aún para involucionar. 
Bueno sería que la sociedad se sintiera ya saciada de tanta carne para descubrir el fuego del espíritu.
Bueno sería que  el materialismo feroz de la codicia y de la avaricia sean calificadas formas de la ignorancia.
Bueno sería que el mensaje metafísico encerrado en el relato sobre Sodoma y Gomorra fuera entendido y todos y todas concluyeran por entender que los pueblos corruptos se autodestruyen.
 Al iniciar dos mil catorce, desapercibido para el público, como tantas otras noticias, el matutino de La Gaceta publica: “milagrosa reaparición del Tucán Grande en nuestra nubo selva”, dado por extinto en la década del sesenta del pasado siglo. Mientras tanto, biólogos y guarda parques ensayan argumentos para explicar lo inexplicable.
Érase una  bandada de siete la que fue avistada
Érase para Platón y para San Pablo  que Dios, es luz
La luz es la suma de los siete fuegos
Siete también los Elohím
Siete los arcángeles
Siete días para la creación
De entre tantas coincidencias y simetrías rápidamente pude leer en el mapa de causalidad universal el designio divino: Si aún la naturaleza prueba sobreponerse a la humanización del planeta, a su desnaturalización en aras de un supuesto progreso, si aún estuviéramos a tiempo de cambiar de paradigmas y evitar  el omnívoro yo, yo, yo para mirar  al prójimo, a los hermanos menores del reino animal y  un día también quizá aceptemos que los vegetales son también nuestros hermanos y que de ellos descendemos. Sería un paso más en la evolución de nuestra raza en aras de su ascensión: sería acaso vencer el egoísmo o el ego: Ese fin del mundo anunciado, se transmutaría en un fin tal como lo conocemos o creemos conocer, envilecido por el materialismo ateo y desesperanzado para dar nacimiento a uno mejor.
 Si aún  natura es capaz de emerger de la desesperanza y sobreponerse, ese apocalipsis tendría razones para esperar.
Vades retro anticristos
Vades retro corruptos
Dios está en todos y todos en Dios.

                         HERMANO FRANCISCO, HERMANA ARGENTINA

sábado, 12 de diciembre de 2015

Agonizando lentamente

El general no tiene quien lo mate


                             A la realidad le gustan las simetrías y los leves                        anacronismos.
                              Jorge L. Borges “El Sur”


Sobreponiéndose al tumulto del motor, el chasquido denunciaba  los giros de las aspas del inmenso helicóptero: gritos intraducibles entre las esporádicas explosiones de bombas incendiarias lo hacían sentir un jinete del Apocalipsis sobre su divino corcel purificando con fuego el vegetal océano de las selvas del Ñuñorco, abajo rojas lenguas se elevan infructuosamente hacia el cielo, es inútil, el poder del cielo está a bordo de la máquina de acero. Nada que hubiera en tierra ahora llegaría más alto que el infierno que les aguardaba a aquellos que habían transformado  la selva en nidal de sarnas, ineptos, jamás lograrán imponer sus ideas.


 Fin de año, sumido en su sopor de analgésicos, el general se pierde, a ratos, en los giros de la memoria: afuera, entre los frondes del parque algunos niños tiran petardos, desde su lecho donde agoniza indefinidamente, el sonido del compresor de la máquina que necesita para seguir respirando le recuerda a las batallas sobre las selvas del Yucumán. Desde la televisión se escucha que el peritaje oficiado en tiempo récord para dilucidar el tema del enriquecimiento ilícito de un matrimonio famoso está plagado de errores.
 Ni niego.
 Ni afirmo.
 ni niego,
 ni...


                                                                                                      J.N. 2010 

lunes, 17 de agosto de 2015

PARÁBOLA DEL HOMBRE INDIFERENTE

LA SALVACIÓN POR LOS SALVADOS

"Breve historia de los votantes y de los candidatos a salvar el mundo"

La niebla se desplaza perezosamente sobre las laderas montañosas recubiertas por la nuboselva, es la húmeda respiración de  Pacha mama  generando y regenerando como lo hizo desde tiempos inmemoriales la vida. Esa umbrosa y sutil niebla, de pronto se condensa en agua llovida o pegajosa o se evapora en muselinas que envuelven y disuelven los titánicos árboles en la distancia, apenas disimulan el fucsia de algunos lapachos floridos: últimos supérstites de la antigua selva del Tucma. A su arribo los primeros conquistadores debieron asombrarse de la escala cromática de esta selva que hacia agosto se erizaba de rosados lapachos y hacia noviembre de purpurados jacarandaes. Ambas nobles maderas que al corto entender del “dominarás y someterás” bíblico fueron las primeras en exterminar de su hábitat. Raras hoy entre los  ejemplares añosos de la selva residual: tempranamente fueron usadas para construir carretas, muebles y enseres. Era el inicio de un exterminio. Era el inicio de la colonia.
A menos de cinco kilómetros  apenas de este bucólico escenario donde bandadas de urracas vuelan pesadamente entre las copas, indiferentes a los trinos de infinidades de aves desde infinitas direcciones, donde familias bullangueras de loros irrumpen en los cielos siempre nubosos con su algarabía de croares y colores, los políticos se ofrecen bullangueramente al público.
Harto más bulliciosos que la naturaleza toda,  muchos de esos candidatos, antes de contaminar el sonido virginal de su ámbito inmediato, han  contaminado  afanosamente la moral pública con incontables actos de corrupción, pero tan indiferentes a sus errores como sus inmunes electores, vuelven a solicitar el voto, en parte quizá para blindarse con fueros porque no pueden ya escapar a lo engorroso de sus viles gestiones al frente de las reparticiones públicas desde las que ejercieron sus cargos, y en parte porque convertidos en parásitos no pueden insertarse ya en el mundo laboral del hombre común tras tantos años de vivir a costas del estado. Será por ello que sus cánticos rememoran una fiesta, una idolátrica festividad de un mundo a rescatar y casi diametralmente opuesto al que pregonan.
  Innumerables otros  se suman  a la oferta  como renovación: aún no mostraron sus códigos éticos en el ámbito público, aunque lo hayan hecho solapadamente en el privado,  dejándonos perplejos  y desorientados a la hora de elegir. ¿Qué renovarán?  queda para hipótesis de los interesados.
Antes se ensañaron en  estropear el paisaje con gigantografías de sus ególatras humanidades: Feos son muchos de ellos a más de amorales, ensucian la fisiografía, además ensordecen con sus cánticos de ofertas electorales.
Estropean el medio ambiente arrojando sus volantes publicitarios de a docenas para ir a ensuciar calles, tapar bocacalles de tormentas y empastar paredes y postes con papelería superpuesta hasta crear un barroco e idílico espacio de oportunidades y promesas que sabemos falsas: Todos salvarían al país de sus postrimerías, aunque es seguro que de llegar indemnes a ocupar ese espacio rápidamente aumentarán la ya pesada carga impositiva para salir a contratar empresas a veces creadas por ellos mismos y para propio peculio para solucionar esos faltantes, nada urgentes y seguramente innecesarios. Más probablemente que son problemas inexistentes.
Cercenan árboles con la sola condición de que sus retratos, esmeradamente empro lijados por el foto shop, sobresalgan sobre los ciudadanos diminutos e insignificantes que deambulamos bajos sus pérfidas y onerosas fotografías.
Han perdido todo decoro en su desesperación por acceder al poder. Y nosotros minúsculos ciudadanos que tendremos que elegir entre esa turbamulta de dudosos oferentes, caminamos empequeñecidos por la inmensidad de tanta fanfarria.
¿Nos salvarán o se salvarán ellos?
Arriba la nuboselva acorralada persiste en sostener sus ciclos como desde eones lo hace, cada vez más contaminada y empobrecida, rumiando solitaria la ausencia del jaguar cuyo temible rugido fuera apagado al inicio de la industrialización, perpleja por el ausente trastabillar de las tímidas pezuñas del tapir extinguido al compás del lamento de Lennon clamando como dos mil años antes lo hiciera Cristo al decir que todo lo que el mundo necesita es amor. Extrañando el sigiloso deambular del puma,  el seguro  paso del puercoespín inmune a toda urgencia y temor a ningún predador.
¿Qué hacer ante tamaña invasión, ante la desmesura del atropello?
 Todavía habrá que elegir como buscando la aguja en el pajar un candidato para que ocupe ese sitio de privilegios y gane un sueldo como si algo fuera a solucionar mientras la selva agoniza, herida en sus entrañas, derramando por sus cauces y vertientes arrolladoras tormentas incontenidas de verano.
¿Si hoy no son capaces de percibir el alcance de sus corrompedores actos, por qué lo serían más tarde?
En un mundo donde la justicia poética se impusiera, preso estarían por mentir a futuro lo que ya a presente muestran ignorar.

Dejo esta incógnita para develo de mentes más aptas: ¿Cómo salvar al mundo de ellos?