El general no tiene quien lo mate
A la realidad le
gustan las simetrías y los leves anacronismos.
Jorge L. Borges “El
Sur”
Sobreponiéndose al tumulto del motor, el chasquido
denunciaba los giros de las aspas del
inmenso helicóptero: gritos intraducibles entre las esporádicas explosiones de bombas
incendiarias lo hacían sentir un jinete del Apocalipsis sobre su divino corcel
purificando con fuego el vegetal océano de las selvas del Ñuñorco, abajo rojas
lenguas se elevan infructuosamente hacia el cielo, es inútil, el poder del
cielo está a bordo de la máquina de acero. Nada que hubiera en tierra ahora
llegaría más alto que el infierno que les aguardaba a aquellos que habían transformado
la selva en nidal de sarnas, ineptos,
jamás lograrán imponer sus ideas.
Fin de año, sumido
en su sopor de analgésicos, el general se pierde, a ratos, en los giros de la
memoria: afuera, entre los frondes del parque algunos niños tiran petardos, desde
su lecho donde agoniza indefinidamente, el sonido del compresor de la máquina
que necesita para seguir respirando le recuerda a las batallas sobre las selvas
del Yucumán. Desde la televisión se escucha que el peritaje oficiado en tiempo
récord para dilucidar el tema del enriquecimiento ilícito de un matrimonio
famoso está plagado de errores.
Ni niego.
Ni afirmo.
ni niego,
ni...
J.N. 2010
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