martes, 2 de junio de 2009

RECURRENCIA

La inactividad de la vida de Pablo Fuentes cambió de pronto al despertar una fresca mañana de Septiembre: había soñado que perdía su forma humana para convertirse en un enorme ovillo de lana aunque lo único raro que notó fue que tenía acalambrado y encogido el dedo índice de su mano derecha y casi no le dio importancia al asunto, hasta que semanas después volvió a tener el mismo sueño. Había despertado hacia el mediodía, como era su costumbre, y notó que el hormigueo del acalambramiento se había extendido por toda la mano derecha. Entonces comenzó a preocuparse y se preocupó más cuando aumentó la frecuencia de los sueños: el mal le había tomado todo el brazo derecho, entonces decidió contárselo a su madre:
- Es de tanto dormir que se te está atrofiando el cuerpo- le contestó, sin levantar la mirada de su tejido sempiterno del cual tantas veces había hecho y deshecho las mismas partes, que la lana había terminado perdiendo el brillo y hasta la textura: además a causa del tiempo transcurrido entre sus yerros y aciertos ya ni siquiera recordaba para quién sería la prenda cuando la terminase.
“Al igual que mi antiguo profesor de letras, cree que no sirvo para nada. Ya habrá tiempo de que yo les demuestre lo contrario." se dijo. No volvió sobre el tema pero continuó encerrado en su mutismo, con su brazo entumecido a cuestas.
- En lo único que te diferencias de un cadáver es en que el cadáver, por lo menos no estorba- le dijo su padre un año antes, la última vez que visitara la familia.
Pablo lo había escuchado más bien con indiferencia.
Las noches eran un suplicio: se la pasaba entre dormido y despierto en un sopor indefinido, temeroso quizá de que en cuanto le ganase el sueño perdería irremediablemente su forma humana.
Un caliente día de Diciembre, la madre molesta por su tardanza, fue a buscarlo en el dormitorio pero no lo encontró en la cama deshecha. En su lugar había un enorme ovillo de lana. Lo miró perpleja:
- Lo que necesitaba- se dijo, y lo incluyó en su tejido sempiterno.




Jorge J. Namur

3 comentarios:

  1. Siempre me gustó este relato, desde la primera vez que lo leí en un postítulo(no recuerdo quién era la disertante),pero me llamó mucho la atención y hasta llegué a apropiarme de la última palabra(sempiterno)y usarla de forma seguida.

    ResponderEliminar
  2. Me fascino este relato , espero más , saludos . del3 y cabalocov

    ResponderEliminar
  3. cuales son las criticas del autor jorge namur y kafka

    ResponderEliminar